viernes, 2 de diciembre de 2011

Rehabilitación singular en la calle Cerrojo






Tras una vida dedicada en lo profesional a la enseñanza, Enriqueta puso sus miras en un inmueble que había venido perteneciendo a su familia y se empeñó en rehabilitarlo sin alterar su fisonomía y respetando al máximo su carácter histórico.

El edificio en sí está ubicado en la calle Cerrojo nº 28 constituyendo una “isla” rodeada por solares que son fruto de la intensísima especulación urbanística que se ha venido ejerciendo en esta zona. La fachada principal linda con el número 30, un anodino inmueble levantado en el año 2007 respetando únicamente la altura del entorno.

Lo singular de este espacio es que se trata del único inmueble privado que ha sido rehabilitado tanto en su calle como en su entorno más cercano, siendo una auténtica excepción en la tónica habitual seguida en el Perchel Alto, más cuando el inmueble no contaba con ningún tipo de protección urbanística.

Desde los años 80, los distintos planes urbanísticos han venido afectando gravemente a la zona, así tras descartarse que barrios como el Perchel o la Trinidad constituyesen parte del conjunto histórico artístico de la ciudad, se sucedieron planes que a la larga han provocado la práctica desaparición del entramado urbano de la zona. Si bien algunos de estos planes procuraron la conservación tanto de las tipologías como de las alturas, lo cierto es que el lenguaje arquitectónico que se siguió supuso la ruptura del lenguaje histórico de la zona al desaparecer literalmente calles enteras con excelentes ejemplos de arquitectura doméstica de los siglos XVIII , XIX y principios del XX (como el cine Plus Ultra del Llano de la Trinidad), para ser sustituidas por bloques de pisos, avenidas, oficinas, hoteles y nuevas “casas de vecinos” o “neocorralones” en los que ni la arquitectura ha sabido sintonizar con la zona y en la que sus nuevos moradores nunca se habían sentido pertenecientes. Esto es, la pérdida de la población de siempre y su sustitución (con todos los respetos) por gentes sin apego alguno al barrio, algo que también ha ocurrido en lugares como en el barrio de la Trinidad o en la Cruz Verde.

Este edificio se construyó, como bien indica el frontal calado del zaguán, en 1878, desde entonces parece ser que se estructuró en dos partes diferenciadas; en las crujías que se abrían a la calle Cerrojo se situaron las viviendas mientras que en la parte de atrás se construyó un torreón de ladrillo que cumplía funciones de almacén a la vez que de “mirador”. Sobre la altura de este espacio, nos aventuramos a proponer que quizás era debido a las limitaciones urbanísticas de la época en cuanto a las alturas máximas a las vías que daban los edificios.



En la década de 1930 pasó a manos de Salvador Fernández López (emparentado con los López Hermanos), quien se trasladó junto con su familia desde la esquina entre la avenida de la Rosaleda y la calle Postigo de Arance, lugar donde poseía un lagar de pisar uva. En la nueva vivienda familiar Enriqueta cuenta que su abuelo compraba vino que se almacenaba en los bajos del torreón para ser vendido posteriormente al por menor (aún se conservan varios barriles).

La fachada principal es de gran sencillez, consta de dos alturas, en cada planta se abren tres balcones de escaso vuelo con el antepecho de forja. Antes de la rehabilitación los balcones centrales contaban con sendos cierros de madera que debido a su mal estado fueron retirados conservándose parte de ellos para una futura reinstalación. El resto de las fachadas carecen de decoración por ser medianeras con antiguos edificios.

En el interior la rehabilitación ha mantenido la división en dos espacios entre la vivienda y el torreón a través de dos patios originales. Se han conservado entre otros elementos, todos los muros perimetrales, las cubiertas de teja árabe, las vigas de madera, las escaleras de mármol con barandilla de forja y pasamanos de madera, otra escalera de caracol en la parte alta del torreón, etc. Así mediante una reforma del conjunto y el reaprovechamiento de espacios antes destinados a almacenaje, se ha obtenido diez viviendas.







Queremos hacer constar que los solares que circundan la vivienda pertenecen a la EPSA (Empresa Pública del Suelo de Andalucía) cuya sede se encuentra a pocos metros en la Casa del Obispo. El proyecto contemplado para estos solares cegaba a las ventanas que se abrían en el torreón, por ello hubo que modificar el proyecto y cambiar la disposición de éstas agrupándolas en un solo ventanal por planta.
Una de las joyas de este edificio son sus magníficas vistas sobre el centro histórico. Si nos retrotraemos en el tiempo y nos vamos a la época de su construcción, desde la azotea del torreón podía divisarse toda la ciudad con sus monumentos más emblemáticos como son Catedral, Alcazaba, Castillo de Gibralfaro, Iglesias de San Juan, Santo Domingo, San Pablo, Convento de la Trinidad, río Guadalmedina, etc.



Queremos agradecer a Enriqueta la rehabilitación tan singular que ha llevado a cabo en su casa, así como por habernos dado permiso para acceder a este edificio, también a Pepe Percheles por el completo reportaje fotográfico llevado a cabo.

2 comentarios:

Anton Ozomek - Geógrafo Outsider dijo...

Magnífico artículo de divulgacion sobre un extrañísimo caso de amor propio, sensatez y respeto por el patrimonio histórico. Enhorabuena al articulista por dar a conocer el caso y, sobre todo, felicidades a la señora Enriqueta, por hacer las cosas como siempre debieron hacerse dentro de las zonas históricas de la ciudad de Málaga.

Anton Ozomek - Geógrafo Outsider dijo...

Disculpa Pepe no mencionarte antes, así que ahora gracias a ti también por tan buenas fotografías... ¡qué preciosidad de escalera!