jueves, 29 de diciembre de 2011

Rehabilitación del antiguo cine Astoria


Vista de los antiguos cines Victoria y Astoria.


Restos de la cripta del Hospital de Santa Ana.


Primitivo cine Victoria a la derecha y edificaciones sobre el antiguo hospital.



Restos de la capilla del Hospital en las primeras décadas del siglo XX. Nótese la decoración de los arcos.



Si aún existía una mínima esperanza en cuanto a la desaparición de uno de los inmuebles que más alteran la estética decimonónica de la plaza de la Merced, ésta se ha desvanecido definitivamente en el día de hoy.


Los antiguos cines Astoria y Victoria pasaron a manos municipales tras un complejo proceso en el que el finalmente el Ayuntamiento adquirió los edificios a la constructora Baensa por una cifra cercana a los treinta millones de euros, cifra bastante “abultada” teniendo en cuenta los tiempos que corren y que en el pasado ya se dejó pasar la oportunidad de hacerse con este espacio por mucho menos dinero.


En el espacio que hoy ocupan los mencionados cines existió tras la reconquista cristiana de la ciudad un mesón otorgado a Don Íñigo Garci Fernández de Manrique destinado al alojamiento de los musulmanes que por diferentes motivos tenían que pernoctar en la ciudad, dada la prohibición de hacerlo dentro de las murallas. Tras la toma de Granada dejó de tener esta función. En el siglo XVI dos ermitaños de la Orden de San Juan de Dios fundaron sobre este antiguo mesón un hospital destinado a los pacientes de enfermedades relacionadas con la transmisión sexual (sobre todo sífilis). El “sanatorio” se situó a extramuros de la ciudad aunque junto a la muralla que defendía el arrabal de la Fontanella, de la cual en las recientes obras de la plaza de la Merced han aparecido restos, al igual que ocurrió tras excavar bajo las butacas del cine Victoria donde apareció parte de la cripta del complejo.


A lo largo de su dilatada historia, el denominado hospital de Santa Ana, acogió también a enfermos de las numerosas epidemias que asolaron la ciudad a lo largo de la Edad Moderna. En una urbe carente de unos mínimos servicios sanitarios, la labor ejercida desde este centro fue considerable.


En el momento que sus rentas y limosnas decayeron, los enfermos fueron trasladados al hospital de San Juan de Dios dejando de ejercer el de Santa Ana, el cual fue demolido, pese a ello su iglesia se mantuvo abierta al culto al menos hasta 1870. Fotografías de principios de siglo XX muestran restos del templo integrados en unos almacenes, mientras que en el resto del solar se edificaron casas de pequeña altura. En 1913 se inauguró el primitivo cine Victoria, el cual estuvo en uso hasta 1968, año en que fue demolido. En 1979 se volvió a reedificar en su mismo emplazamiento sin que la solución arquitectónica empleada estuviese en sintonía con la plaza en la que se insertaba. El cine Astoria por su parte fue construido en 1966 lindando con el cine Victoria. Estuvo en uso, al igual que el Victoria hasta el año 2004, cuando los últimos inquilinos de las plantas superiores se marcharon y los cines cerraron. Luego se han sucedido distintos planes urbanísticos para el espacio, desde viviendas de lujo, hasta la ampliación de la Casa Natal de Picasso, pasando por el "Museo de los Museos".


Tras un proceso largo y no exento de polémica el Ayuntamiento compró los edificios para dotarlos de un “uso cultural”, ello constituye una excelente noticia, no tanto la cifra millonaria pagada ni la anunciada intención de invertir más de dos millones de euros en la rehabilitación de unos inmuebles que atentan gravemente sobre su entorno. El antiguo cine Astoria tanto por su altura (casi siete plantas) como por su estilo, es sin duda el elemento arquitectónico más distorsionador dentro de la plaza de la Merced haciéndose totalmente necesaria su sustitución por otro acorde con el lenguaje histórico de la plaza, o en su caso el derribo a la espera de que “vengan tiempos mejores”.


Antiguas viviendas sobre los restos del hospital.

En cuanto la idea de dejar abierto este lado de la plaza, lo cierto es que pese a que la de la Merced siempre fue una plaza cerrada por este costado, la altura de las edificaciones que aquí se situaron permitieron la visión tanto de la Alcazaba como del castillo de Gibralfaro, elemento que habría que tener en cuenta de cara a una “supuesta” sustitución del espacio.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Málaga en el mundo I: La loza dorada






Excavaciones en calle Chinchilla, horno y complejo alfarero.




Hornos recientemente excavados en calle Dos Aceras.


Hubo un momento en que Málaga (Malaqa) era algo más que la capital de la pujante Cora de Rayya, su nombre era un distintivo de calidad y de por sí constituía una “marca” que finalmente se acabó extendiendo a otros centros alfareros del Reino de Granada. Nos referimos a su famosa “loza dorada”, producto producido en nuestra ciudad desde al menos el siglo XIII. La decoración dorada de relejos metálicos se conseguía tras un complejo proceso artesanal que exigía diferentes fases de elaboración en las que la química jugaba un papel fundamental. Por ello y lo exclusivo de su producción, la loza era un producto de lujo al alcance de muy pocos, destinándose la mayor parte de su producción al comercio exterior desde el activo puerto malacitano.

Diferentes autores musulmanes nos mencionan la producción en Málaga de la loza, así en 1337, Ibn Fadl al-´Umari (1301-1349) sitúa la cerámica dorada de Málaga entre las mejores del mundo. Ibn Al –Jatib (Loja 1313-Fez 1374) menciona la pujanza de la industria alfarera en nuestra ciudad en la obra “Excelencias entre Málaga y Salé”, en la que se comparan una y otra y se expresan los roces entre Al-Ándalus y los bereberes del norte de África. Por su parte el famosísimo viajero Ibn Battuta (Tánger 1304-Fez ¿1368/1377?), escribía tras su visita a nuestra ciudad hacia 1350: “en Málaga se hace la maravillosa cerámica dorada que se exporta a los países más remotos”.

En el mundo cristiano esta fama no era en absoluto menor, todo lo contrario. Sabemos que en 1289 arribó al puerto inglés de Sandwich un barco con cerámica malagueña destinada a la reina Leonor de Castilla, casada con el rey Eduardo I de Inglaterra. Así tenemos el testimonio de un empleado del puerto de la llegada de 42 cuencos (ataifores y jofainas), 10 platos y 4 jarras de barro de “color extranjero " (extranei coloris). A uno de estos encargos debe corresponder la presencia del famoso Ataifor de la Nave del Victoria & Albert Museum de Londres así como otros fragmentos de loza dorada malacitana presente tanto en los fondos de este museo como en la propia Torre de Londres.

Restos de loza dorada malagueña han sido encontrados en lugares como Fustat (cerca de El Cairo), Pisa (fruto del comercio genovés tan presente en nuestra ciudad en época nazarí), Génova, Francia, Alemania, Norte de África, etc.

La producción de loza dorada vive su apogeo a lo largo del siglo XIV, hacia 1450 se evidencia el declive de los talleres malacitanos a la vez que aumentan las producciones de la parecida cerámica de Manises en Valencia (hay quien habla de que esta técnica fue introducida por artesanos llegados desde Málaga). Con la conquista cristiana de la ciudad en 1487 desaparecen definitivamente las producciones de loza dorada en Málaga, aunque el espacio que había venido acogiendo sus talleres no perdió hasta el siglo XIX su vocación alfarera. El nombre ciudad como centro emisor de loza dorada pervivió tras el cese de las producciones. Así la palabra italiana Maiorica (técnica italiana que parece arrancar en el siglo XVI), parece derivar de “Opera di Mallica” usado desde el siglo XV para designar la mercancía italiana exportada desde el puerto de Málaga.

Hasta hace relativamente poco gran parte de las producciones que hoy se saben malacitanas, venían atribuyéndose a centros como Granada o Manises, no fue hasta las excavaciones llevadas a cabo por don Juan Temboury en la Alcazaba desde los años treinta del siglo XX, fruto de esta intervención apareció un numeroso lote cerámico que cambió la percepción sobre el origen de estas cerámicas.

Lo cierto es que gracias a la las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en el denominado barrio alfarero en el entorno de las calles Ollerías, Parras, Chinchilla, Alta y Dos Aceras, se pudieron documentar numerosos hornos cerámicos que demuestran la orientación industrial de esta zona dentro del arrabal de Fontanella al menos desde el siglo XI. Muchos de estos hornos han desaparecido tras ser excavados sin que por parte de las administraciones se haya procurado su conservación, en otros se han extraído y trasladado (a la espera de buscárseles una nueva ubicación), por último en algunos casos han sido mantenidos in-situ para una futura puesta en valor. Esto último ocurrió en calle Chinchilla, sin embargo según informaciones de la Junta de Andalucía, esta idea ha sido desechada recientemente optándose ahora por la construcción de viviendas de protección oficial (VPO). Pese a ello, en las últimas semanas la zona ha vuelto a ser motivo de polémica tras la aparición en la calle Dos Aceras de cuatro hornos nazaríes (coetáneos al apogeo de las producciones de loza dorada) en buen estado de conservación que en un principio la Junta de Andalucía iba a obligar a integrar en el proyecto municipal diseñado para este espacio. Sin embargo y para sorpresa de todos, tras la reunión mantenida con responsables de urbanismo del Ayuntamiento de Málaga, se dio marcha atrás y simplemente serán cubiertos, perdiéndose una vez más una oportunidad única de mostrar al público uno de los elementos que hicieron de Málaga un referente internacional, su producción alfarera en la Baja Edad Media.

A continuación vamos a describir las cuatro primeras imágenes, todos ellos ejemplos de loza dorada:

1- El Ataifor de la Nave es uno de los mejores ejemplos de la técnica de la loza dorada malagueña que han llegado hasta nosotros. Análisis hechos en sus pastas en 1983, vivieron a confirmar la procedencia malacitana de esta obra (hasta entonces se clasificaba como cerámica de Manises). Fue elaborado en la primera mitad del siglo XV con las mejores técnicas de la loza dorada de reflejos metálicos. Así el motivo central de la composición es una coca cristiana -uno de los barcos más usuales en la Baja Edad Media europea-, de tres palos. La vela del palo mayor aparece desplegada portando un escudo con una cruz dentro, esto ha llevado a pensar que se trata de las armas del antiguo reino de Portugal, aunque lo cierto es que no es extraño encontrarse con este tipo de decoraciones en época nazarí. El motivo central (barco) es bastante escaso en la península ibérica, siendo más común en producciones de Oriente Medio.
En la parte baja del conjunto aparecen cuatro peces dando dinamismo a la escena. En el castillo de popa se enarbolan tres banderas que son movidas por el viento. El conjunto está enmarcado por una serie de bandas alternando el dorado con distintas tonalidades de azul de cobalto. Por lo delicado de la decoración y la ejecución de la escena central, podemos afirmar que se trata de una obra maestra dentro de los ataifores con la técnica de la loza dorada. Por ello esta pieza ha participado en exposiciones en lugares como Washington, Texas o Tokio.

2- Aquí podemos observar la parte inferior de otro ataifor encontrado en las excavaciones de Fustat (El Cairo). Lo interesante de este plato de loza dorada en azul de cobalto es la leyenda Malaqah (Málaga) que aparece en el centro aclarando su origen y el renombre que llegaron a alcanzar las producciones del sultanato nazarí.

3- El denominado Ataifor de la Nao es una de las piezas más famosas del Museo de Málaga. Fue descubierta en las excavaciones de la Alcazaba en un estado fragmentario, siendo fruto de una reconstrucción y reinterpretación la obra que podemos contemplar. Cronológicamente es algo anterior al de Londres, estando la pieza de Málaga datada en el siglo XIV. La técnica es también el de la loza dorada, apareciendo colores como el famoso azul de cobalto. Al igual que en el otro ataifor, podemos observar varios peces bajo el casco del buque, dando un ambiente marino a la escena. En este caso una nao representada no alcanza el detallismo de la obra de Londres, aunque también hay que reconocer que parte del ataifor se ha perdido.

4- Este azulejo de reflejos metálicos proviene de la Alhambra aunque actualmente esté depositado en el Victoria&Albert Museum de Londres. Pese a que haya sido atribuido a un taller malacitano, lo cierto es que debió producirse en los talleres cerámicos que se situaron en la propia Alhambra para surtir de los materiales que habrían de decorar el palacio. Se encuentra recortado en las esquinas con el fin de insertar piezas más pequeñas entre los azulejos. El motivo del mismo es el de un escudo central rodeado de motivos vegetales y geométricos. Existe una leyenda en una banda dentro del escudo, ésta dice “Sólo Dios es vencedor.”

No hemos querido abordar el tema de los famosísimos “jarrones de la Alhambra”, hoy en día dispersos por los mejores museos mundiales. Existe la teoría de que también eran obras malacitanas, aunque hay investigadores que hablan de la gran dificultad existente en la época para trasladar piezas de tales dimensiones (hasta 1,7 metros) por caminos interiores sin que éstas se rompiesen. Es muy posible que algunos de ellos sí se fabricasen en la propia Granada, aunque siguiendo la afirmación anterior debió ser Malaqa el puerto de salida de aquellos con los que se comerció, y por ende su lugar de fabricación.

martes, 6 de diciembre de 2011

Complemento a la entrada anterior






Les dejo un fragmento de una de las láminas que entregó a principios de los años 90 el desaparecido Diario Málaga-Costa del Sol. En este detalle puede verse como a excepción de la Casa del Obispo (en la actualidad muy intervenida y sin el torreón original que sí se aprecia en la imagen), y la Iglesia de Santo Domingo (cuyos restos del convento fueron derribados en su totalidad posteriormente), es la vivienda nº 28 de la calle Cerrojo el único ejemplo que ha sobrevivido a la auténtica catástrofe urbanística que asoló el barrio del Perchel en la década de 1990 y primeros años del siglo XXI. Todo un documento gráfico de un espacio que pasó a la historia.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Rehabilitación singular en la calle Cerrojo






Tras una vida dedicada en lo profesional a la enseñanza, Enriqueta puso sus miras en un inmueble que había venido perteneciendo a su familia y se empeñó en rehabilitarlo sin alterar su fisonomía y respetando al máximo su carácter histórico.

El edificio en sí está ubicado en la calle Cerrojo nº 28 constituyendo una “isla” rodeada por solares que son fruto de la intensísima especulación urbanística que se ha venido ejerciendo en esta zona. La fachada principal linda con el número 30, un anodino inmueble levantado en el año 2007 respetando únicamente la altura del entorno.

Lo singular de este espacio es que se trata del único inmueble privado que ha sido rehabilitado tanto en su calle como en su entorno más cercano, siendo una auténtica excepción en la tónica habitual seguida en el Perchel Alto, más cuando el inmueble no contaba con ningún tipo de protección urbanística.

Desde los años 80, los distintos planes urbanísticos han venido afectando gravemente a la zona, así tras descartarse que barrios como el Perchel o la Trinidad constituyesen parte del conjunto histórico artístico de la ciudad, se sucedieron planes que a la larga han provocado la práctica desaparición del entramado urbano de la zona. Si bien algunos de estos planes procuraron la conservación tanto de las tipologías como de las alturas, lo cierto es que el lenguaje arquitectónico que se siguió supuso la ruptura del lenguaje histórico de la zona al desaparecer literalmente calles enteras con excelentes ejemplos de arquitectura doméstica de los siglos XVIII , XIX y principios del XX (como el cine Plus Ultra del Llano de la Trinidad), para ser sustituidas por bloques de pisos, avenidas, oficinas, hoteles y nuevas “casas de vecinos” o “neocorralones” en los que ni la arquitectura ha sabido sintonizar con la zona y en la que sus nuevos moradores nunca se habían sentido pertenecientes. Esto es, la pérdida de la población de siempre y su sustitución (con todos los respetos) por gentes sin apego alguno al barrio, algo que también ha ocurrido en lugares como en el barrio de la Trinidad o en la Cruz Verde.

Este edificio se construyó, como bien indica el frontal calado del zaguán, en 1878, desde entonces parece ser que se estructuró en dos partes diferenciadas; en las crujías que se abrían a la calle Cerrojo se situaron las viviendas mientras que en la parte de atrás se construyó un torreón de ladrillo que cumplía funciones de almacén a la vez que de “mirador”. Sobre la altura de este espacio, nos aventuramos a proponer que quizás era debido a las limitaciones urbanísticas de la época en cuanto a las alturas máximas a las vías que daban los edificios.



En la década de 1930 pasó a manos de Salvador Fernández López (emparentado con los López Hermanos), quien se trasladó junto con su familia desde la esquina entre la avenida de la Rosaleda y la calle Postigo de Arance, lugar donde poseía un lagar de pisar uva. En la nueva vivienda familiar Enriqueta cuenta que su abuelo compraba vino que se almacenaba en los bajos del torreón para ser vendido posteriormente al por menor (aún se conservan varios barriles).

La fachada principal es de gran sencillez, consta de dos alturas, en cada planta se abren tres balcones de escaso vuelo con el antepecho de forja. Antes de la rehabilitación los balcones centrales contaban con sendos cierros de madera que debido a su mal estado fueron retirados conservándose parte de ellos para una futura reinstalación. El resto de las fachadas carecen de decoración por ser medianeras con antiguos edificios.

En el interior la rehabilitación ha mantenido la división en dos espacios entre la vivienda y el torreón a través de dos patios originales. Se han conservado entre otros elementos, todos los muros perimetrales, las cubiertas de teja árabe, las vigas de madera, las escaleras de mármol con barandilla de forja y pasamanos de madera, otra escalera de caracol en la parte alta del torreón, etc. Así mediante una reforma del conjunto y el reaprovechamiento de espacios antes destinados a almacenaje, se ha obtenido diez viviendas.







Queremos hacer constar que los solares que circundan la vivienda pertenecen a la EPSA (Empresa Pública del Suelo de Andalucía) cuya sede se encuentra a pocos metros en la Casa del Obispo. El proyecto contemplado para estos solares cegaba a las ventanas que se abrían en el torreón, por ello hubo que modificar el proyecto y cambiar la disposición de éstas agrupándolas en un solo ventanal por planta.
Una de las joyas de este edificio son sus magníficas vistas sobre el centro histórico. Si nos retrotraemos en el tiempo y nos vamos a la época de su construcción, desde la azotea del torreón podía divisarse toda la ciudad con sus monumentos más emblemáticos como son Catedral, Alcazaba, Castillo de Gibralfaro, Iglesias de San Juan, Santo Domingo, San Pablo, Convento de la Trinidad, río Guadalmedina, etc.



Queremos agradecer a Enriqueta la rehabilitación tan singular que ha llevado a cabo en su casa, así como por habernos dado permiso para acceder a este edificio, también a Pepe Percheles por el completo reportaje fotográfico llevado a cabo.