martes, 31 de mayo de 2011

Calle Esperanza nº4









Comunicando las calles Victoria y Lagunillas, se encuentra la calle Esperanza, espacio que en otro tiempo estuvo jalonado de humildes viviendas domésticas que como gran parte del barrio han sucumbido a la dejadez institucional hacia esta zona.

En el punto más estrecho de la vía, ya enfilando la salida a la calle Victoria, se encuentra a nuestro juicio el edificio más interesante de la calle. Un sencillo inmueble con planta baja más una altura que por sus características estilísticas se situaría a fines del siglo XVIII, constituyendo el único ejemplo de esta centuria en la zona.

Las grandes construcciones de los años 60 y 70 con los que linda prácticamente lo dejaron "encajonado" en la trama urbana en la que se inserta, así en su fachada principal se abren sendos solares que parecen augurar su triste destino a juzgar por el lamentable estado de abandono que manifiesta.

En sus fachadas son de destacar la disposición asimétrica de los vanos, la decoración mural a base de líneas rehundidas en el paramento (decoración textural), las rejerías y por supuesto el gracioso balconcillo que se abre sobre la puerta de entrada.

A la espera de que la piqueta se cebe con él, este edificio asiste a la desaparición de uno de los barrios más tradicionales de Málaga, el barrio de las Lagunillas, a medio camino entre el señero de la Victoria y el Centro Histórico.

viernes, 6 de mayo de 2011

Nuevas agresiones en el entorno de la Judería







El entorno de la judería malagueña sigue sumando agresiones en lo que parece ser el camino hacia su total desaparición.

Si bien el palacio Solesio o Marqués de la Sonora parece estar condenado ya al olvido tras la suspensión de las obras del hotel de lujo que iba instalarse en él (no sin antes derribar prácticamente todo el conjunto como ya reflejamos en nuestro blog), el inmueble anexo (el nº 51 de la calle Granada, haciendo esquina con la calle Beatas nº 55), se sumará próximamente al conjunto de inmuebles que desaparecen en uno de los entornos más castigados de nuestra ciudad.

Cronológicamente se trata de un ejemplo de arquitectura del barroco civil malacitano con importantes reformas posteriores en las que se modificaron tanto los balcones como algunos vanos. Sin embargo aún conserva un interesante canalón de cerámica vidriada típicamente dieciochesco.

Pese a estar a escasos treinta metros del Museo Picasso, junto al Torreón Mudéjar(también víctima de una intervención que supuso su total descontextualización en el entramado urbano en el que se insertaba) y en el entorno inmediato de un BIC como es la iglesia de Santiago, este edificio carece de protección arquitectónica, reduciéndose la protección a la de carácter ambiental.

Así, y pese a que su aspecto exterior es bueno, el pasado 26 de enero pasó tener la declaración de ruina. Ello implica que la propiedad tiene un año para acometer las mejoras necesarias para su conservación, o bien su demolición, siendo la segunda opción la que acaba imponiéndose en la mayoría de los casos. Sin embargo esto no es lo peor; una vez demolido el edificio se aumenta la edificabilidad del solar con la adición de mayores alturas a las que existían en origen, y es esta la causa de que a los propietarios/promotores les sea mucho más rentable demoler frente a restaurar.

Por si todo esto fuese poco, justo frente de este inmueble, cerrando el solar donde “se inventará” la denominada Plaza de la Nieve, se alza la estructura del nuevo mesón Blas Palomo. El antiguo, ubicado el mismo lugar que el anterior, junto a la popular bodega “El Pimpi” fue demolido para dar paso al plan de la judería. Por lo que actualmente puede apreciarse, mucho nos tememos que el nuevo proyecto perturbará más aún el espacio haciendo uso de enormes cristaleras (siempre a juzgar por los grandes vanos).

Es curioso que ni en plena campaña electoral se hayan lanzado a adecentar un poco este espacio situado en el corazón del Centro Histórico, espacio por el que diariamente pasan decenas de turistas. De nada sirve que el Ayuntamiento contrate monitores de baile para “animar” a aquellos que nos visitan, si calles más arriba tienen un panorama más propio de la España de los años cuarenta.